“Un país cae a pedazos en manos del capital. Viene a ser botín de capitalistas. Ya no se necesitan anexiones propiamente dichas. En Venezuela casi no hay nada que no se halle en manos de capitales extranjeros, cuya estructura es más poderosa que la del Estado mismo"…E.B. Núñez
Queremos en esta oportunidad hacer un reconocimiento a todos los colegas periodistas que como observadores cada día nos informan sobre las direcciones de los acontecimientos. Allí, desde el centro de todo relato existe una conciencia subjetiva, pero, con esa mirada libre e inesperada recoge como mirón todo lo que a su alrededor capta para crear un relato que siempre en referencia con un determinado punto de vista, debería ser escrito desde adentro, abarcándolo todo, dominando lo que crea, con el impulso de una libertad infinita -aunque limitada- situada y orientada en el mundo mismo que la afirma, la representa y la traiciona.
Pero, siempre es necesario recordarle al reportero que no es él quien escribe la nota, sino que ésta se busca a través de él y que, -tan lúcido como quiera serlo- está absorbido por una experiencia que lo sobrepasa ¡Difícil y oscuro movimiento! Pero ¿Será sólo el movimiento de una conciencia sobre cuya libertad no conviene interferir? Y, la voz que habla en el relato ¿Será siempre la voz de una persona, una voz personal? ¿No será primero, con la cuartada del “Él” indiferente, una voz extraña y neutra que -igual a la del espectro de Hamlet- deambula por dondequiera, hablando no se sabe de dónde, como entre los intersticios del tiempo que, si embargo, no debe destruir ni alterar? ¡En cada nota asistimos a un nuevo esfuerzo por hacer hablar, dentro del relato, al relato mismo!
Aparentemente, la historia está narrada desde el punto de vista único de quien la ha vivido, ese “voyeur” de comercio cuyos pasos seguimos. Sólo sabemos lo que sabe, sólo vemos lo que él ha visto, y tal vez, nos distingue de él, el hecho de saber un poco menos, pero, también a partir de este “menos” ¡de este hueco en el relato! se origina la claridad propia de lo narrado, esa luz extraña y pareja, errante, que algunas veces nos parece brotar de la pasión, y otras del pensamiento ¡porque tiene la precisión, la suavidad y la fuerza cruel del ensueño!
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