autor Lidel Donaire
Nivel de acceso
Nuestra
Venezuela, a través del Estado Amazonas ubicado en la región sur del país, guarda una importante zona fronteriza
compuesta por los caudalosos ríos Orinoco y Atabapo, con Brasil y Colombia.
Antes
de adentrarnos en la frontera amazónica, es necesario revisar la definición de
este término:
La frontera es un borde, una costura, un
pliegue que para ser vista y comprendida es necesario observarla de diferentes
formas. La frontera no está en el mapa, está en las mentes de la gente que la
identifica. (Grimson: 2003
El
Estado Amazonas posee grandes riquezas naturales entre las que podemos
mencionar recursos forestales que
abarcan aproximadamente el 60% del territorio nacional y reservas minerales que
todavía no han sido exploradas en su totalidad; sin embargo no deja de ser
menos atractivo desde el punto de vista turístico-recreacional para los
visitantes y, desde la perspectiva económica para los habitantes del lugar, sus
indescriptibles paisajes naturales.
Para
los venezolanos, la puerta de entrada a ese maravilloso escenario que significa
para propios y extraños la frontera amazónica, es el mismo Estado Amazonas.
Uso de los recursos
Resulta
inmensamente preocupante la insensatez y la manera como la frontera agrícola, la
tala ilegal, la construcción de caminos, la minería, el narcotráfico y la
explotación de hidrocarburos en su avance desenfrenado, ha venido reduciendo la
extensión de bosques tropicales que están apostados a todo lo largo y ancho del
territorio fronterizo.
Prueba
de ello es el caso brasileño, donde la extracción de madera es ilegal hasta en
un 80%. Por cada árbol de caoba que se talan, por ejemplo, mueren otros 27
árboles por la destrucción que provoca la caída de los grandes arbóreos.
Otra
situación que tiene que ver con un mal uso de los recursos es el cultivo de
coca qué, por ser monocultivo sufre de gran cantidad de plagas y para controlar
la maleza invasora los productores utilizan herbicidas y fertilizantes
artificiales, lo que provoca una gran contaminación en suelos y ríos
envenenando los recursos hidrológicos.
La
situación en la frontera se agrava ya que estas zonas están menos protegidas,
debido a la ausencia de autoridades públicas, lo que hace más fácil la
depredación medioambiental y de la violencia casi permanente en el lugar.
Flagelos que impactan en la
zona
La
frontera amazónica entre Brasil, Colombia y Venezuela ha venido siendo objeto
de innumerables flagelos, no solamente
de enfermedades endémicas como el paludismo, y de otras que cuando llegan, no
pasa desapercibida su presencia dejando victimas que lamentar; sino
también de la inseguridad, un flagelo que llegó para quedarse, convirtiendo la
zona en un escenario bastante triste, despectivo y preocupante.
Lo que
uno lee a través de documentos que tratan el tema, nos indican qué, el tráfico
de armas, drogas, gasolina y metales preciosos son parte del juego ilícito de
grupos irregulares (Farc y paramilitares colombianos) que actúan a su libre
albedrío en la zona, sacándole el mayor
provecho al mismo en detrimento de los demás, es decir, residentes de la zona y
visitantes.
En
este “comercio” que sostienen las organizaciones irregulares al margen de la
ley para adquirir armas y municiones, la única divisa a utilizar es la cocaína,
esa es la moneda de curso legal para canje y pago al momento de adquirir “algún
bien” o “solicitar un servicio”.
Además
de las plagas antes mencionadas, también siembra confusión en la gente y por
ende genera anarquía en la zona, son dos
minas ilegales -garimpos-que operan en nuestro país como son la Siapa y la Alcapana.
El oro alii es vendido libremente.
Modo de vida de las personas
que conviven en el lindero fronterizo
El
modo de vida se refiere al conjunto de actividades mediante las cuales el grupo
humano que las practica asegura su existencia (Max Derruau)
A
pesar del ambiente nada agradable por la inseguridad que puede generar en
propios y visitantes los negocios realizados al margen de la ley por grupos
irregulares, llama la atención la relación en caliente que vive Colombia y
Brasil a través de las ciudades de Leticia y Tabatinga las cuales están
separadas una de la otra
imaginariamente, es tanta la cercanía qué, comienzas estando en Leticia
y no te das cuenta cuando estás en Tabatinga.
Leticia es una ciudad bastante grande,
desarrollada y bulliciosa, con vigilancia policial, posee servicio de
transporte terrestre, aunque con pocos taxis y moto taxis; transporte fluvial
realizado por lancheros y demás embarcaciones destinadas a tal uso; por vía
aérea se toma el vuelo en ese lugar y vas directo a Bogotá; además de tiendas y
restaurantes, abundan las agencias de viaje y cuenta con internet.
En
Tabatinga (Brasil) por supuesto cambia el idioma, la gente habla portugués pese
a la cercanía ya antes descrita con Leticia (Colombia), también la música, la
caipiriña, garotas y hasta el color de la piel. Esta ciudad cuenta con
discotecas famosas lo que da vida a la noche. Al igual que la ciudad colombiana
de Leticia, Tabatinga posee transporte terrestre, fluvial y aéreo.
En lo
que al territorio venezolano se refiere, existe el contrabando de extracción de
combustible y algunos productos alimenticios, ante la mirada complaciente de
algunas autoridades; igualmente sucede con la trata de personas, el secuestro
de y la extorción.
Tratados y convenios
La
organización del tratado de cooperación amazónica-OTCA
La
OTCA es una organización orientada a la cooperación política y económica. La
OTCA es un esquema de cooperación regional.
El
objetivo del tratado esta puesto de manifiesto en el artículo Nº 1, el cual
reza lo siguiente:
“...
promover el desarrollo armónico de sus respectivos territorios amazónicos, de
manera que esas acciones conjuntas produzcan resultados equitativos y
mutuamente provechosos, así como para la preservación del medioambiente y
utilización racional de los recursos naturales de esos territorios”
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